10:40
Diana entra en el hospital, es tarde y sus padres la esperan.
No para de mirar su reloj, impaciente, observando como la manilla de los segundos corre sin cesar.
Ya le queda menos para poder ver a su abuela, y avanza por los pasillos rápidamente hasta llegar al ascensor que la llevará hasta la planta donde está esa persona tan importante para ella, la persona que la vio crecer a pesar de todas las dificultades que ya tenía en su momento.
Puede observar que no es la única que espera el ascensor, ya desde lejos puede ver como un grupo de personas, todas distintas, esperan lo mismo que ella, cada vez camina más despacio, no por llegar antes se abrirá antes la puerta.
Diana llega hasta la multitud ansiosa con que esa gran cabina de metal abra sus puertas y cada cual pueda ver a sus seres más queridos.
Mira a cada una de las diversas personas que hay en ese lugar, y piensa que por muy distintas que sean, todas tienen el mismo semblante, de vez en cuando sus ojos se cruzan con el de algún otro, y ambos se sonríen, dándose ánimos.
De pronto suena el aviso de que el ascensor ya ha llegado, Diana deja pasar a las personas primero y por ultimo entra ella.
Se sitúa al fondo de la cabina, tiene que ir al último piso y no quiere molestar estando en medio, desde ahí puede observar mejor a cada una de las personas.
La cabina es espaciosa, lo suficiente para que quepan todos e incluso ella diría que algunos más, al fondo tiene un espejo y desprende un olor que no le desagrada del todo.
Diana observa a una mujer mayor, de pequeña estatura, lleva en sus manos un rosario, pero no cierto modo es distinto a los que ella había visto hasta ahora, en vez de llevar una cruz al final, llevaba algo parecido a una rosa, La anciana no deja de jugar con esa figura en sus manos y Diana se pregunta el por qué de ese asunto.
Mientras tanto, ella embobada en sus pensamientos, el ascensor para dos plantas antes de la suya, en la cabina solo quedan ella y la mujer mayor y de pronto entra en ella, aquel chico de la sonrisa, la anciana le saluda y Diana por no ser descortés también.
El chico al darse cuenta que es ella, le sonríe con entusiasmo, Diana sonrojada baja la cabeza.
Él entra despacio en la cabina y se coloca al fondo, al lado de Diana.
Se le acelera el corazón y no sabe el por qué, no conoce a este chico.
Tiene que reconocer que es guapo, pero no hay por qué ponerse nerviosa, piensa ella.
Pero lo que no sabe que ese chico marcará un antes y un después en su vida.
lunes, 25 de junio de 2012
domingo, 20 de mayo de 2012
Capitulo 4!¡
Noche calurosa, noche de verano.
Ahí están las dos en casa de Marta, pasando la
noche, como han estado haciendo desde que comenzó el verano, ya solo queda un
mes para que comiencen de nuevo las clases y quieren despedirse del verano a lo
grande.
-Marta, ¿Te acuerdas del chico moreno de la
heladería? Valla miraditas que te echaba.
-Para ya, seguro que te estaba mirando a ti, a
mi quien me va a mirar, mírame comparada contigo no soy nada.
-¿Pero tú te has mirado bien? Anda que no has
cambiado nada, además yo estaba sentada al otro lado de donde iban sus ojos y
no creo que al chico se le vaya el ojo. Jajajaja.
-Diana para ya ¿no? No veas la que estás dando
con el mismo temita.
-Vale vale, ya me callo, bueno yo me voy a
dormir ya, que mañana tengo que estar temprano en casa para ir a ver a la
abuela.
-Verdad… Bueno pues a dormir.
Y acto seguido apagan las luces de la habitación,
Marta escucha como su amiga se va quedando dormida, lo sabe por la respiración profunda
que se escucha, la misma respiración que escucha desde que son como hermanas.
Mira hacia el techo, donde tiene esas típicas pegatinas
que brillan de noche, todas son de estrellas o de lunas, algo que siempre le ha
gustado desde pequeña, y mientras las mira, piensa en aquel chico de la
heladería, a decir verdad era un chico guapo, tal vez de su gusto, y como dice
Diana, ella ha cambiado muchísimo desde que se conocieron, ahora es mal alta y más
formal, y la verdad es que no parece que tenga 14 años para nada.
Ella creo que no volverá a ver a aquel chico,
pero no sabe lo equivocada que está, volverán a verse y antes de lo que ella
cree.
Nuevo día, nuevas promesas.
Marta es la primera que se levanta, a decir
verdad no ha dormido mucho, ha estado casi toda la noche dándole vuelta a lo
que pasó ayer.
Espera a que su amiga se despierte y juntas
bajan a desayunar.
-¡Buenos días!
Dicen las dos a la vez cuando entran en la
cocina y ven a los padres de Marta.
-Buenos días niñas, sentaros que ya tenéis el desayuno,
además Diana, tienes que irte pronto. ¿Verdad?
-Sí.
Diana mira el reloj, marcan las 10:00 y prometió
estar en casa sobre las 10:30, tendrá que darse prisa.
Desuñan rápido, se visten y se despiden con un
abrazo.
Las 10:20, tiene que darse prisa, camina casi
corriendo hacia la parada de autobús, por suerte ahí está, acaba de pararse,
corre para que no le cierren las puertas.
Paga al conductor y se dirige al fondo, a su
sitio favorito, pero por mala suerte ya lo ocupan una mujer y su hijo pequeño, tendrá
que cambiar de costumbres, por lo menos hoy, y se decanta por uno un poco mas
cerca de la puerta de salida.
Una vez sentada saca su Mp3 y elige una canción de
Caroline Costa, hacía tiempo que no la escuchaba.
El tiempo corre y por lo visto la suerte no está
de su parte, el autobús está casi lleno solo quedan un par de asientos libre.
Solo quedan dos paradas para que se tenga que
bajar en la suya. En esta parada solo se suben una mujer mayor, y un chico.
Quedan dos asientos, uno lo ocupa la mujer y el
otro que queda libre es el de su lado, en el que se sienta el chico.
Diana intenta no mostrarle importancia, está
nerviosa pero no sabe el porqué, el chico es bastante guapo, es alto y aunque
no tan moreno como a ella le gustaría, y tiene los ojos color miel, su aroma la
atrae pero Diana intenta concentrarse en la música.
Última parada en la siguiente se baja ella,
atenta espera a que el autobús pare y así pueda bajarse.
Con torpeza intenta salir de su asiente pero se tropieza
con el chico.
Este le dedica una sonrisa y hace ver que no le
ha importado en absoluto, Diana en cambio se muere de vergüenza.
Baja con torpeza y una vez fuera mira hacia
dentro del autobús y puedo observar como aquel chico que ha sido su compañero
la mira desde dentro, le dedica una sonrisa y ella avergonzada se la devuelve.
Diana vuelve a la realidad son las 10:30, y
tiene que darse prisa sus padres la están esperando para ir al hospital.
Capitulo 3
Comienza
un nuevo día, nuevas ilusiones y nuevas metas para algunos, pero para Diana
todo sigue igual, le parece que el mundo sigue su camino pero ella se ha quedado
estancada, y realmente ni ella misma sabe cómo salir.
Como cada
mañana, su móvil suena, con ese tono tan característico que tiene para esa
persona, mientras se va despertando la música va sonando cada vez mas y mas
fuerte, esa canción que le encanta a ella, bueno a las dos, la canción que
marcó su amistad ``Stamp on the ground ´´
Ella se llama Marta y es como una hermana
pequeña para Diana, tiene 14 años y es amante de la música, tanto como Diana,
se conocieron un día de verano en el centro, cada una iba con sus amigas y la
casualidad que una amiga conoce a otra amiga…
Ellas empezaron a hablar y descubrieron que
tenían muchísimas cosas en común, los mismos gustos tanto como para la música
como para que cosas insignificantes como la comida favorita de cada una, y poco
a poco surgió entre ella una amistad, que nadie podrá cuestionar a pesar de las
cosas que pasen entre ambas.
Diana busca su móvil desespera por el cuarto, no
se acuerda de donde lo dejó, sigue el sonido de la música y ve que se encuentra
debajo de la cama. ¿Cómo ha llegado hasta ahí? Se pregunta. Descuelga el
teléfono y se oye al otro lado de la línea a su extravagante amiga.
-Didi, ¿Estas despierta? Recuerda que me tienes
que recoger hoy.
-Si claro que me acuerdo aunque creo que tardaré
un poco, no sabes que me ha pasado… Mi abuela estaba enferma ¿Te acuerdas?
-Si claro que me acuerdo. ¿Le ha pasado algo
grave?
-Más o menos, por lo visto, mis padres me han
dicho que está en el hospital y estoy
que no puedo conmigo misma…
-Didi, tú no te preocupes, mira cuando me
recojas hablamos sobre lo que te ha pasado, y no te preocupes tonta, que seguro
que mejora y pronto la tienes hay, a tu lado contándote las batallitas de
cuando ella era joven.
-Gracias Marta, no sé como lo consigues pero
siempre me sacas una sonrisa en los momentos más tristes.
-De nada, para eso están las amigas ¿Recuerdas?
-Jajajaja claro que sí. Bueno adiós que si no,
no te recojo nunca.
-¡Vale! Adiós.
Y acto seguido cuelga como de costumbre.
Apenas se acordaba pero hoy habían quedado para
ir a comprar los materiales para el nuevo curso, dentro de nada comenzaran las
clases y aun no tienen nada.
Diana mira su reloj, ya va tarde y como no se de
prisa irán a la hora de comer.
Se viste como puede, se maquilla un poco, solo
lápiz de ojo y un poco de rímel, no le gusta ir muy maquillada, baja las
escaleras y le besa a sus padres y acto seguido sale de casa, tiene que ir
hasta la parada, menos mal que no le queda muy lejos.
El autobús no tarda en llegar, paga y se sienta
casi al fondo, en el lugar que más le gusta, donde puede ir tranquila pensando
en sus cosas, y en un momento ya está debajo de la casa de Marta y juntas van
al centro a buscar alguna que otra cosa para empezar el curso y por el camino
Diana le cuenta todo lo que le ha pasado un una noche, incluso su sueño….
La tarde de compras se les hace amena, apenas
han encontrado nada, solo un par de bolis, uno, el de marta, tiene una ranita
en la parte del capuchón, según ella le dan suerte, y el de Diana tiene una
estrella, cada una con el símbolo que más le gustan.
Apenas han pensado en lo ocurrido, solo le dio
un par de consejos y le hizo sonreír con alguna que otra broma.
Mientras pasean por las galerías del centro
comercial, piensan en tomarse algo para ver que tal está esa heladería nueva
que han abierto hace poco, en ella venden toda clase de helados, también
promocionan unos batidos caseros hechos con fruta, y la verdad es que tienen
buena pinta.
Caminan entre risas y toman asiento en la
terraza, dentro hay mucha gente y prefieren estar tranquilas, sin nadie que les
molesten.
Se sientan en una mesa que está en el centro, a
su lado hay una pareja y mas al fondo en la última mesa hay un grupo de amigos
que se ríen escandalosamente. Marta mira de reojo a aquella mesa, cree que
conoce a los chicos de aquella mesa, pero no sabe muy bien quienes son, pero de
pronto un chico moreno se gira y mira
hacia donde están ella, Marta que seguía mirando pero esta vez de manera menos
discreta se sonroja al descubrir que le está observando a ella.
Diana en aquel momento se da cuenta de aquello.
-¿Qué es guapo, verdad?
-¡ehhh! Pero que dices si se le ve una pinta de
chulo que no puede con ella.
-Si si… y por esas pintas es por lo que lo
mirabas tan atentamente, ¿no? Si al final y todo va a ser que te nos vas a
enamorar y todo, Jajajaja
-Déjate, yo solo lo miraba porque creía que lo
conocía nada más, Diana déjate de montarte novelas que después nunca aciertas.
-Ay Martita, Martita….
Marta vuelve a mirar a la mesa del fondo y para
su sorpresa se vuelve a encontrar con la mirada de ese chico y este le sonríe y
ella con un poco de vergüenza le devuelve la sonrisa, no sabe con aquello va a
empezar una historia que la cambiará.
martes, 10 de abril de 2012
Capitulo 2
Capitulo 2.
Hay esta
ella, sentada sobre su silla, la misma en la que se sienta todos los domingos
cuando la familia se reúne, Diana no entiende que ha pasado, ni como ha llegado
hasta allí, si hace menos de 3 horas sus padres le ha dicho que estaba
ingresada.
Diana no
entiende nada, se acerca hasta su abuela, temblorosa, y suevamente le toca el
brazo, este está frio, como si hubiera tocado un cubito de hielo, y aparta la
mano con brusquedad, pero algo la retiene, hace que tenga la mano cerca se
brazo, como si quisieran que sintiera ese frio por más tiempo, como si fuera
una señal.
Diana
intenta ver que es lo que la retiene, pero solo ve una gran sombra alrededor de
su muñeca, asustada intenta gritar pero no sale ningún sonido de su garganta, y
de repente su abuela se gira y la mira a los ojos. Siente miedo, no se su
abuela si no de cómo la mira, es una
mirada llena de dolor y a la vez de angustia. De pronto oye una que la llama.
-Diana,
Diana… Ven, ven a donde estoy.
Cada vez
siente más miedo no reconoce la voz, pero sabe que proviene de la persona que
ahora mismo está moviendo la boca, la misma persona a la que llama abuela.
-Diana… Ven, te necesito…
Todo se
vuelve negro, la sombre que antes le sujetaba la muñeca cada vez se hace mas y
mas grande, hasta envolverla.
-¡Diana!
¡Despierta!
-¡Ahhh!
¡¿Dónde está?!..... ¿Mamá? ¿Pero qué
haces aquí?
Nerviosa
mira a su alrededor y comprueba que está de nuevo en su habitación, esta sudada
y el corazón parece que se le va a salir del pecho.
-Hija, por
lo visto estabas teniendo una pesadilla, no parabas de gritar y he venido a ver
que te pasaba. Pero ya me voy, que descanses.
Diana aun
confundida con lo que pasado le dice adiós a su madre. Todavía tiene puesta la
ropa, así que se pone el pijama, despacio sin prisas y a la vez intentando
recordar cada detalle de ese extraño sueño.
Lentamente
se dirige hacia su cama e intenta dormir de nuevo, pero esta vez sin ningún sueño
o pesadilla que la atosigue y mañana sin falta irá a ver a su abuela.
sábado, 31 de marzo de 2012
Capitulo 1
Para
empezar me presentaré, me llamo Diana y os voy a contar mi historia, la
historia de cómo conocí al chico más maravilloso y espacial que he podido
conocer y al que nunca podré olvidar.
Hace 5 meses en algún lugar de la ciudad…
Estaba
ella, mirando por la ventana de su habitación, inmersa en sus pensamientos,
como tenía por costumbre cada vez que le pasaba algo, en su habitación sonada
su cadena de radio favorita, la música inundaba aquel pequeño espacio, pero
ella no le prestaba ninguna atención.
Miraba a
las personas pasar, pensando que cada una tenía una historia distinta, llena de
emociones, de algún desamor o de algún amor secreto.
Y en ese
momento cuando está imaginando una historia distinta para cada persona que pasa
debajo de su ventana, su madre, una mujer cerca de los cuarenta años, alta,
morena tanto de piel como el color de su cabello, entra en su habitación.
-¡Diana! ¿Qué
te pasa? Llevo un buen rato llamándote y ni si quiera me respondes, y haz el
favor y baja esa música.
Diana
resopla y se dirige hacia la radio para bajar el volumen aunque no muy a gusto.
-Si mamá,
perdona. ¿Qué querías decirme?
-Tu padre
y yo queremos hablar contigo, baja cuando puedas a la cocina.
Y sin
darle tiempo a responder su madre ya ha cerrado la puerta de su habitación. ¿Qué
querrán decirle? ¿Qué ha hecho esta vez? Siempre le están regañando por cualquier
tontería, así que se imagina que esta vez será algo parecido, aunque nunca le
han llamado los dos.
Baja los
escalones dejando arrastrar los pies a cada paso que da, sin prisas. Llega
hasta la puerta de de la cocina, la abre lentamente, y lo que ve, no es la típica
escena de unos padres enfadados por algo que haya hecho su hijo.
Mira a su
padre, un hombre de unos cuarenta años, bien cumplidos, todo hay que decirlo.
Está con la cabeza agachada, tiene los ojos hinchados y la mirada triste, nunca
le había visto así.
Se dirige
hasta la mesa donde están sentados y se sienta en la única silla que queda
libre. Se respira un ambiente de tensión y decide hablar ella primero.
-¿Qué es
lo que queríais decirme?
Comienza
con una pregunta, un tanto directa, pero no le importa, ella es así.
Su padre
levanta la cabeza y comienza hablar en un tono muy bajo, de cómo está
acostumbrado.
-Diana, ya
eres mayor, tienes 17 años y creemos que ya es hora de que te digamos las cosas
tal y como son. ¿Te acuerdas de la enfermedad de tu abuela?
-Si
-Pues ha
empeorado y ahora mismo está ingresada en el hospital, y la verdad es que
parece bastante grave.
Y al escuchar
estas palabras se derrumba, empieza a llorar desconsoladamente y sale corriendo
a su habitación, allí enciende la radio y sube al máximo el volumen, no quiere
que la escuchen llorar, necesita estar sola y sabe que como la escuchen no lo
estará.
Su abuela,
aquella mujer que la vio crecer, a la que le puede contar sus problemas
sabiendo que siempre la va apoyar en todo, ahora está en una cama, en el
hospital, el lugar más triste que puede imaginar, no quiere pensar en lo peor, pero en su cabeza sus
pensamientos no son nada optimistas.
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