lunes, 25 de junio de 2012

♥Capitulo 5 ♥

10:40
Diana entra en el hospital, es tarde y sus padres la esperan.
No para de mirar su reloj, impaciente, observando como la manilla de los segundos corre sin cesar.
Ya le queda menos para poder ver a su abuela, y avanza por los pasillos rápidamente hasta llegar al ascensor que la llevará hasta la planta donde está esa persona tan importante para ella, la persona que la vio crecer a pesar de todas las dificultades que ya tenía en su momento.
Puede observar que no es la única que espera el ascensor, ya desde lejos puede ver como un grupo de personas, todas distintas, esperan lo mismo que ella, cada vez camina más despacio, no por llegar antes se abrirá antes la puerta.
Diana llega hasta la multitud ansiosa con que esa gran cabina de metal abra sus puertas y cada cual pueda ver a sus seres más queridos.
Mira a cada una de las diversas personas que hay en ese lugar, y piensa que por muy distintas que sean, todas tienen el mismo semblante, de vez en cuando sus ojos se cruzan con el de algún otro, y ambos se sonríen, dándose ánimos.
De pronto suena el aviso de que el ascensor ya ha llegado, Diana deja pasar a las personas primero y por ultimo entra ella.
Se sitúa al fondo de la cabina, tiene que ir al último piso y no quiere molestar estando en medio, desde ahí puede observar mejor a cada una de las personas.
La cabina es espaciosa, lo suficiente para que quepan todos e incluso ella diría que algunos más, al fondo tiene un espejo y desprende un olor que no le desagrada del todo.
Diana observa a una mujer mayor, de pequeña estatura, lleva en sus manos un rosario, pero no cierto modo es distinto a los que ella había visto hasta ahora, en vez de llevar una cruz al final, llevaba algo parecido a una rosa, La anciana no deja de jugar con esa figura en sus manos y Diana se pregunta el por qué de ese asunto.
Mientras tanto, ella embobada en sus pensamientos, el ascensor para dos plantas antes de la suya, en la cabina solo quedan ella y la mujer mayor y de pronto entra en ella, aquel chico de la sonrisa, la anciana le saluda y Diana por no ser descortés también.
El chico al darse cuenta que es ella, le sonríe con entusiasmo, Diana sonrojada baja la cabeza.
Él entra despacio en la cabina y se coloca al fondo, al lado de Diana.
Se le acelera el corazón y no sabe el por qué, no conoce a este chico.
Tiene que reconocer que es guapo, pero no hay por qué ponerse nerviosa, piensa ella.
Pero lo que no sabe que ese chico marcará un antes y un después en su vida.

domingo, 20 de mayo de 2012

Capitulo 4!¡



Noche calurosa, noche de verano.
Ahí están las dos en casa de Marta, pasando la noche, como han estado haciendo desde que comenzó el verano, ya solo queda un mes para que comiencen de nuevo las clases y quieren despedirse del verano a lo grande.
-Marta, ¿Te acuerdas del chico moreno de la heladería? Valla miraditas que te echaba.
-Para ya, seguro que te estaba mirando a ti, a mi quien me va a mirar, mírame comparada contigo no soy nada.
-¿Pero tú te has mirado bien? Anda que no has cambiado nada, además yo estaba sentada al otro lado de donde iban sus ojos y no creo que al chico se le vaya el ojo. Jajajaja.
-Diana para ya ¿no? No veas la que estás dando con el mismo temita.
-Vale vale, ya me callo, bueno yo me voy a dormir ya, que mañana tengo que estar temprano en casa para ir a ver a la abuela.
-Verdad… Bueno pues a dormir.
Y acto seguido apagan las luces de la habitación, Marta escucha como su amiga se va quedando dormida, lo sabe por la respiración profunda que se escucha, la misma respiración que escucha desde que son como hermanas.
Mira hacia el techo, donde tiene esas típicas pegatinas que brillan de noche, todas son de estrellas o de lunas, algo que siempre le ha gustado desde pequeña, y mientras las mira, piensa en aquel chico de la heladería, a decir verdad era un chico guapo, tal vez de su gusto, y como dice Diana, ella ha cambiado muchísimo desde que se conocieron, ahora es mal alta y más formal, y la verdad es que no parece que tenga 14 años para nada.
Ella creo que no volverá a ver a aquel chico, pero no sabe lo equivocada que está, volverán a verse y antes de lo que ella cree.



Nuevo día, nuevas promesas.
Marta es la primera que se levanta, a decir verdad no ha dormido mucho, ha estado casi toda la noche dándole vuelta a lo que pasó ayer.
Espera a que su amiga se despierte y juntas bajan a desayunar.
-¡Buenos días!
Dicen las dos a la vez cuando entran en la cocina y ven a los padres de Marta.
-Buenos días niñas, sentaros que ya tenéis el desayuno, además Diana, tienes que irte pronto. ¿Verdad?
-Sí.
Diana mira el reloj, marcan las 10:00 y prometió estar en casa sobre las 10:30, tendrá que darse prisa.
Desuñan rápido, se visten y se despiden con un abrazo.
Las 10:20, tiene que darse prisa, camina casi corriendo hacia la parada de autobús, por suerte ahí está, acaba de pararse, corre para que no le cierren las puertas.
Paga al conductor y se dirige al fondo, a su sitio favorito, pero por mala suerte ya lo ocupan una mujer y su hijo pequeño, tendrá que cambiar de costumbres, por lo menos hoy, y se decanta por uno un poco mas cerca de la puerta de salida.
Una vez sentada saca su Mp3 y elige una canción de Caroline Costa, hacía tiempo que no la escuchaba.
El tiempo corre y por lo visto la suerte no está de su parte, el autobús está casi lleno solo quedan un par de asientos libre.
Solo quedan dos paradas para que se tenga que bajar en la suya. En esta parada solo se suben una mujer mayor, y un chico.
Quedan dos asientos, uno lo ocupa la mujer y el otro que queda libre es el de su lado, en el que se sienta el chico.
Diana intenta no mostrarle importancia, está nerviosa pero no sabe el porqué, el chico es bastante guapo, es alto y aunque no tan moreno como a ella le gustaría, y tiene los ojos color miel, su aroma la atrae pero Diana intenta concentrarse en la música.
Última parada en la siguiente se baja ella, atenta espera a que el autobús pare y así pueda bajarse.
Con torpeza intenta salir de su asiente pero se tropieza con el chico.
Este le dedica una sonrisa y hace ver que no le ha importado en absoluto, Diana en cambio se muere de vergüenza.
Baja con torpeza y una vez fuera mira hacia dentro del autobús y puedo observar como aquel chico que ha sido su compañero la mira desde dentro, le dedica una sonrisa y ella avergonzada se la devuelve.
Diana vuelve a la realidad son las 10:30, y tiene que darse prisa sus padres la están esperando para ir al hospital.

Capitulo 3



Comienza un nuevo día, nuevas ilusiones y nuevas metas para algunos, pero para Diana todo sigue igual, le parece que el mundo sigue su camino pero ella se ha quedado estancada, y realmente ni ella misma sabe cómo salir.
Como cada mañana, su móvil suena, con ese tono tan característico que tiene para esa persona, mientras se va despertando la música va sonando cada vez mas y mas fuerte, esa canción que le encanta a ella, bueno a las dos, la canción que marcó su amistad ``Stamp on the ground ´´

Ella se llama Marta y es como una hermana pequeña para Diana, tiene 14 años y es amante de la música, tanto como Diana, se conocieron un día de verano en el centro, cada una iba con sus amigas y la casualidad que una amiga conoce a otra amiga…
Ellas empezaron a hablar y descubrieron que tenían muchísimas cosas en común, los mismos gustos tanto como para la música como para que cosas insignificantes como la comida favorita de cada una, y poco a poco surgió entre ella una amistad, que nadie podrá cuestionar a pesar de las cosas que pasen entre ambas.

Diana busca su móvil desespera por el cuarto, no se acuerda de donde lo dejó, sigue el sonido de la música y ve que se encuentra debajo de la cama. ¿Cómo ha llegado hasta ahí? Se pregunta. Descuelga el teléfono y se oye al otro lado de la línea a su extravagante amiga.

-Didi, ¿Estas despierta? Recuerda que me tienes que recoger hoy.

-Si claro que me acuerdo aunque creo que tardaré un poco, no sabes que me ha pasado… Mi abuela estaba enferma ¿Te acuerdas?
-Si claro que me acuerdo. ¿Le ha pasado algo grave?
-Más o menos, por lo visto, mis padres me han dicho que está en el hospital  y estoy que no puedo conmigo misma…
-Didi, tú no te preocupes, mira cuando me recojas hablamos sobre lo que te ha pasado, y no te preocupes tonta, que seguro que mejora y pronto la tienes hay, a tu lado contándote las batallitas de cuando ella era joven.
-Gracias Marta, no sé como lo consigues pero siempre me sacas una sonrisa en los momentos más tristes.
-De nada, para eso están las amigas ¿Recuerdas?
-Jajajaja claro que sí. Bueno adiós que si no, no te recojo nunca.
-¡Vale! Adiós.
Y acto seguido cuelga como de costumbre.
Apenas se acordaba pero hoy habían quedado para ir a comprar los materiales para el nuevo curso, dentro de nada comenzaran las clases y aun no tienen nada.
Diana mira su reloj, ya va tarde y como no se de prisa irán a la hora de comer.
Se viste como puede, se maquilla un poco, solo lápiz de ojo y un poco de rímel, no le gusta ir muy maquillada, baja las escaleras y le besa a sus padres y acto seguido sale de casa, tiene que ir hasta la parada, menos mal que no le queda muy lejos.
El autobús no tarda en llegar, paga y se sienta casi al fondo, en el lugar que más le gusta, donde puede ir tranquila pensando en sus cosas, y en un momento ya está debajo de la casa de Marta y juntas van al centro a buscar alguna que otra cosa para empezar el curso y por el camino Diana le cuenta todo lo que le ha pasado un una noche, incluso su sueño….
La tarde de compras se les hace amena, apenas han encontrado nada, solo un par de bolis, uno, el de marta, tiene una ranita en la parte del capuchón, según ella le dan suerte, y el de Diana tiene una estrella, cada una con el símbolo que más le gustan.
Apenas han pensado en lo ocurrido, solo le dio un par de consejos y le hizo sonreír con alguna que otra broma.
Mientras pasean por las galerías del centro comercial, piensan en tomarse algo para ver que tal está esa heladería nueva que han abierto hace poco, en ella venden toda clase de helados, también promocionan unos batidos caseros hechos con fruta, y la verdad es que tienen buena pinta.
Caminan entre risas y toman asiento en la terraza, dentro hay mucha gente y prefieren estar tranquilas, sin nadie que les molesten.
Se sientan en una mesa que está en el centro, a su lado hay una pareja y mas al fondo en la última mesa hay un grupo de amigos que se ríen escandalosamente. Marta mira de reojo a aquella mesa, cree que conoce a los chicos de aquella mesa, pero no sabe muy bien quienes son, pero de pronto un chico moreno se gira  y mira hacia donde están ella, Marta que seguía mirando pero esta vez de manera menos discreta se sonroja al descubrir que le está observando a ella.
Diana en aquel momento se da cuenta de aquello.
-¿Qué es guapo, verdad?
-¡ehhh! Pero que dices si se le ve una pinta de chulo que no puede con ella.
-Si si… y por esas pintas es por lo que lo mirabas tan atentamente, ¿no? Si al final y todo va a ser que te nos vas a enamorar y todo, Jajajaja
-Déjate, yo solo lo miraba porque creía que lo conocía nada más, Diana déjate de montarte novelas que después nunca aciertas.
-Ay Martita, Martita….
Marta vuelve a mirar a la mesa del fondo y para su sorpresa se vuelve a encontrar con la mirada de ese chico y este le sonríe y ella con un poco de vergüenza le devuelve la sonrisa, no sabe con aquello va a empezar una historia que la cambiará. 

martes, 10 de abril de 2012

Capitulo 2


Capitulo 2.
Hay esta ella, sentada sobre su silla, la misma en la que se sienta todos los domingos cuando la familia se reúne, Diana no entiende que ha pasado, ni como ha llegado hasta allí, si hace menos de 3 horas sus padres le ha dicho que estaba ingresada.
Diana no entiende nada, se acerca hasta su abuela, temblorosa, y suevamente le toca el brazo, este está frio, como si hubiera tocado un cubito de hielo, y aparta la mano con brusquedad, pero algo la retiene, hace que tenga la mano cerca se brazo, como si quisieran que sintiera ese frio por más tiempo, como si fuera una señal.
Diana intenta ver que es lo que la retiene, pero solo ve una gran sombra alrededor de su muñeca, asustada intenta gritar pero no sale ningún sonido de su garganta, y de repente su abuela se gira y la mira a los ojos. Siente miedo, no se su abuela si no de cómo  la mira, es una mirada llena de dolor y a la vez de angustia. De pronto oye una que la llama.
-Diana, Diana… Ven, ven a donde estoy.
Cada vez siente más miedo no reconoce la voz, pero sabe que proviene de la persona que ahora mismo está moviendo la boca, la misma persona a la que llama abuela.
-Diana…  Ven, te necesito…
Todo se vuelve negro, la sombre que antes le sujetaba la muñeca cada vez se hace mas y mas grande, hasta envolverla.


-¡Diana! ¡Despierta!
-¡Ahhh! ¡¿Dónde está?!.....  ¿Mamá? ¿Pero qué haces aquí?
Nerviosa mira a su alrededor y comprueba que está de nuevo en su habitación, esta sudada y el corazón parece que se le va a salir del pecho.
-Hija, por lo visto estabas teniendo una pesadilla, no parabas de gritar y he venido a ver que te pasaba. Pero ya me voy, que descanses.

Diana aun confundida con lo que pasado le dice adiós a su madre. Todavía tiene puesta la ropa, así que se pone el pijama, despacio sin prisas y a la vez intentando recordar cada detalle de ese extraño sueño.
Lentamente se dirige hacia su cama e intenta dormir de nuevo, pero esta vez sin ningún sueño o pesadilla que la atosigue y mañana sin falta irá a ver a su abuela.

sábado, 31 de marzo de 2012

Capitulo 1


Para empezar me presentaré, me llamo Diana y os voy a contar mi historia, la historia de cómo conocí al chico más maravilloso y espacial que he podido conocer y al que nunca podré olvidar.

Hace 5 meses en algún lugar de la ciudad…
Estaba ella, mirando por la ventana de su habitación, inmersa en sus pensamientos, como tenía por costumbre cada vez que le pasaba algo, en su habitación sonada su cadena de radio favorita, la música inundaba aquel pequeño espacio, pero ella no le prestaba ninguna atención.
Miraba a las personas pasar, pensando que cada una tenía una historia distinta, llena de emociones, de algún desamor o de algún amor secreto.
Y en ese momento cuando está imaginando una historia distinta para cada persona que pasa debajo de su ventana, su madre, una mujer cerca de los cuarenta años, alta, morena tanto de piel como el color de su cabello, entra en su habitación.
-¡Diana! ¿Qué te pasa? Llevo un buen rato llamándote y ni si quiera me respondes, y haz el favor y baja esa música.
Diana resopla y se dirige hacia la radio para bajar el volumen aunque no muy a gusto.
-Si mamá, perdona. ¿Qué querías decirme?
-Tu padre y yo queremos hablar contigo, baja cuando puedas a la cocina.
Y sin darle tiempo a responder su madre ya ha cerrado la puerta de su habitación. ¿Qué querrán decirle? ¿Qué ha hecho esta vez? Siempre le están regañando por cualquier tontería, así que se imagina que esta vez será algo parecido, aunque nunca le han llamado los dos.
Baja los escalones dejando arrastrar los pies a cada paso que da, sin prisas. Llega hasta la puerta de de la cocina, la abre lentamente, y lo que ve, no es la típica escena de unos padres enfadados por algo que haya hecho su hijo.
Mira a su padre, un hombre de unos cuarenta años, bien cumplidos, todo hay que decirlo. Está con la cabeza agachada, tiene los ojos hinchados y la mirada triste, nunca le había visto así.
Se dirige hasta la mesa donde están sentados y se sienta en la única silla que queda libre. Se respira un ambiente de tensión y decide hablar ella primero.
-¿Qué es lo que queríais decirme?
Comienza con una pregunta, un tanto directa, pero no le importa, ella es así.
Su padre levanta la cabeza y comienza hablar en un tono muy bajo, de cómo está acostumbrado.
-Diana, ya eres mayor, tienes 17 años y creemos que ya es hora de que te digamos las cosas tal y como son. ¿Te acuerdas de la enfermedad de tu abuela?
-Si
-Pues ha empeorado y ahora mismo está ingresada en el hospital, y la verdad es que parece bastante grave.
Y al escuchar estas palabras se derrumba, empieza a llorar desconsoladamente y sale corriendo a su habitación, allí enciende la radio y sube al máximo el volumen, no quiere que la escuchen llorar, necesita estar sola y sabe que como la escuchen no lo estará.
Su abuela, aquella mujer que la vio crecer, a la que le puede contar sus problemas sabiendo que siempre la va apoyar en todo, ahora está en una cama, en el hospital, el lugar más triste que puede imaginar, no quiere  pensar en lo peor, pero en su cabeza sus pensamientos no son nada optimistas.